lunes, 29 de abril de 2013
Hoy hará un buen día
Si sólo hay que decirlo, sólo eso... para que pasen cosas malas y se joda el día. "Hoy hace un buen día" ¡Pum! Terremoto, ¡Pum! Guerra nuclear a escala mundial, ¡Pum! Te caga un pájaro obeso y te jode el día entero.
Mejor que nadie diga nada o, si eso, que diga "Hoy va a ser un mal día". Así todo va a ir a mejor (Y si no lo va, al menos no te decepcionas ni te llevas sorpresas)
Si es que estos truquitos para el día a día son los que nos hacen la vida más fácil. Por ejemplo, con la tostada que cae por el lado de la mermelada: tiene fácil solución. No ponemos mermelada por ningún lado del pan y ¡Ala!
Y si quieres todavía comerlo con la susodicha, no lo untes. Un bocado de pan y una cucharadita de mermelada directa a la boca dará el mismo resultado.
"No pero eso es una mierda de solución, ¡No sabes nada, yo lo que quiero es comer pan con mermelada untado pero que no se me caiga y bla, bla, bla!" Me diréis algunos.
Pues comeros un puto yogur, que eso no tiene ningún lado preferente para caerse.
Mmm... yogur con sabor a pan con mermelada... que inventazo sería.
viernes, 26 de abril de 2013
Sin más palabras
"La policía es una fuerza de seguridad encargada de mantener el orden público y la seguridad de los ciudadanos y sometida a las órdenes de las autoridades políticas." (De la Wikipedia misma)
En España
Sin más palabras.
miércoles, 24 de abril de 2013
Castigo
Un rico castigando a su perro por cagarse en la alfombra persa tan cara. Pobre perrito, lo que le espera...
"Usando la versión extra grande de la prensa amarilla"
lunes, 22 de abril de 2013
El botijo de los políticos
¿Dónde guardarán aquí en España el dinero los políticos? Ese dinerillo que muchos se sacan por la izquierda, con alguna que otra trampa que jode a los ciudadanos que pagamos impuestos. Y lo pregunto porque en un banco no será, ahora que está la situación como está... pues de seguro que en un botijo, como hacían las abuelas de antaño.
"Ahí te caben los ahorros de tu vida"
viernes, 19 de abril de 2013
Desgracias por doquier
Normal que estemos tan deprimidos últimamente, si por los ojos sólo nos entran imágenes o noticias de desgracias, maldades y qué se yo. Alguna que otra buena, sí, para equilibrar la balanza.
Pero bueno, parece que es de nuestra incumbencia y entendimiento el tener que saber de las 8 desgraciadas víctimas que se comieron las unas a las otras en la Conchinchina. O del asesino en serie de Guatamenalaní de Abajo, ese que mata untando salsa de maní en las orejas.
Yo aconsejo que, para evitar sobresaturación de noticias negras, leamos un poco, incluso de poesía.
O algunos documentales, que están muy bien para aprender mientras te echas la siesta... cada uno tendrá su manera.
miércoles, 17 de abril de 2013
lunes, 15 de abril de 2013
Frase sabia
Sobre una frase que escuché el otro día y me gustó, aunque no se quién es el que la dijo. Quizás sea anónima.
viernes, 12 de abril de 2013
Paseando por el parque
En esto que iba yo paseando por el parque (Algo que suelo hacer mucho, para despejarme de mi trabajo
Era la mejor pelota que había visto en mi vida, perfecta, redonda, de colores naranja, azul y verde. Sé que dicen que robarle un caramelo a un niño es fácil, entonces, una pelota tiene que ser mucho más sencillo. Comprobé que no había nadie en los alrededores y empecé a maquinar cómo podía yo, un hombre adulto de 34 años quitarle aquella esfera de perfección y diversión al niño. Decidí que, a primera vista, era más alto y seguramente más fuerte y, por consiguiente, sería un robo fácil.
Salí como quien no quiere la cosa de los arbustos. No me fijé antes pero resultaron ser arbustos espinosos, los jodidos me rasgaron la ropa... bueno, no pasa nada.
Ya al lado del niño, pensé mejor el plan inicial y decidí cambiar de estrategia. Podía ser que alguien me viera por casualidad empleando la fuerza bruta contra el chaval, así que le hablé muy educadamente y le pedí que, por favor, me preste un momento la pelota. El niño, quizás oliéndose algo, me miró de arriba a abajo y me sacó la lengua.
"Ok, ok", le dije, y me revisé los bolsillos. "Te doy un... caramelo... de menta." Otra vez me sacó la lengua. Maldito niño maleducado. Le ofrecí un dólar, el cual rechazó con el mismo gesto de antes. ¡Dos dólares! Nada. ¡Veinte, veinte verdosos dólares! Lo mismo, aunque esta vez se retiró un par de pasos, quizás por mi inusitado ánimo. "Mira, niño. Te doy todo el dinero que tengo, ¿Sí? Si me das la pelota. Son... cien, CIEN dólares." Esta vez se lo pensó y, sin embargo, el resultado fue el mismo. Osea, lengua fuera.
A la mierda parlamentar con un pequeño malcriado. Me acerqué decidido y alargué la mano, seguro de mi inminente victoria. El chaval asqueroso retiró la pelota a una velocidad espeluznante, quizás tenía práctica.
Otro intento, otro fallo y lengua fuera. Así estuvimos un rato, hasta que mis 34 años ya no fueron una ventaja. Descansé un momento, el mierdecilla jugaba con mi preciado tesoro.
Bien, si esas tenemos, te vas a enterar. Empecé a correr, persiguiéndole un buen trecho. Sin embargo acabé trastabillándome con alguna piedra en mal lugar, y fui de cabeza directo a una buena mierda de perro, todavía blanda. Me levanté y me limpié los ojos sólo para ver al niño, a un par de pasos, con la lengua fuera. ¡Ah! Pero esta vez, además, me regaló un "prrrrrf" con mucha saliva.
Así estábamos cuando pasó una mujer, nos vió y preguntó al maldito niño si estaba todo bien. Me levanté y acto seguido le contesté que todo estaba perfecto, sólo estaba jugando con mi, ehem, nieto. La vieja me miró un momento más y siguió su camino.
Me giro muy rápido y logro coger al niñato con la guardia baja. Forcejeamos, pero me da un pisotón y una patada en la espinilla que no puedo ignorar. Sale corriendo nuevamente, a lo cual le respondo con insultos y otra carrera. Me resbalo otra vez y elevo el tono de los insultos, que despiertan a un vagabundo. Pensando que me dirigía a él, seguramente, me lanza la botella medio llena de alcohol la cual impacta de lleno. El sin techo se ríe de su venganza y vuelve a dormir la borrachera.
El mocoso me tira basura, siguiendo el ejemplo del vagabundo. Sin embargo yo estoy furioso por todo lo anterior y quiero la maldita pelota. Le alcanzo en lo que podría ser el nuevo récord de 100 metros, le agarro por un brazo y le zarandeo hasta que el ansiado juguete se le cae de las manos. Llora, pero a mí me da igual, estoy a un momento de cogerla, por fín.
Y, sin embargo, llegó la vieja decrépita de antes con un par de policías, los cuales me placan al yo salir a la carrera. Me esposan tapándose la nariz, pues huelo mal.
Grito de rabia cosas ininteligibles, miro para atrás y veo a la mujer consolando al niñato, quien me saca la lengua. Vuelvo a forcejear, insultar y llorar por mi pelota, y sólo obtengo golpes de los maderos.
El mocoso de mierda, con una sonrisa maligna, pincha y desinfla el juguete perfecto, esfera de color naranja, azul y verde que ahora yace en el césped completamente inservible.
miércoles, 10 de abril de 2013
Vacaciones de un corrupto
Para aquellos HdP sin conciencia.
Hombre, claro. Con esa almohada cualquier
problema desaparece.
Yo ya no quiero ni leer los periódicos, que me deprimo y no hay solución. ¿Qué vamos a hacer nosotros, unos simples eslabones en la sociedad, para cambiar algo? De revoluciones ni me hables, que ya han habido muchas en la historia y todas acabaron mal. El comunismo no es la solución, al igual que el fascismo. ¿Echar a patadas a los políticos actuales? Los que pongamos serán peores. Y el anarquismo es otra utopía, que el ser humano es como es y nos conocemos.
Pero bueno, life goes on. Veamos el vaso medio lleno, ¿Eh? Y si es de alcohol, mejor que mejor.
lunes, 8 de abril de 2013
¡Achís!
Para todos aquellos enfermos que no pueden evitar ir a trabajar (O a estudiar, o a cualquier otra actividad que no sea estar en la cama quejándose y tomándose una sopita calentita)
En el trabajo, con todo el equipo anti-gripe
Así me siento yo, que he cogido uno de esos virus gripales que rondan por temporadas y acatarran a todo el mundo (El metro es un paraíso de narices para ellos). Bueno, excepto el jefe bigotudo de atrás, más o menos así.
¿Quién tiene jefes bigotudos hoy en día?
viernes, 5 de abril de 2013
Malentendido
Para aquellos que esperan en un semáforo.
¿Es realmente ciego? Nunca lo sabremos...
Poco más queda por decir. En realidad no he dicho nada, pero ¿Qué hace falta decir entre amigos, verdad?
Feliz fin de semana.
miércoles, 3 de abril de 2013
Un día normal.
Esto es una obra de ficción, un mero texto humorístico. No me ha pasado a mí y espero que no le haya pasado a nadie. (Si te ha pasado, cuéntalo en un comentario. Así nos echamos unas risas)
Me levanto de la cama y me despego del enredo de sábanas como puedo. ¿Joder, todavía es de noche? No, son los ojos, que están cerrados. Y mira que cuesta abrirlos cuando tienes esas legañas mañaneras más fuertes que el superglú.
En fín, el pié en la sandalia izquierda y el otro en la derecha. Quiero decir, el pié derecho en la sandalia izquierda y el pié izquierdo en la sandalia derecha, y salgo de la habitación a lo walking dead (Huyendo de la cama, tentación del diablo) Como tengo que salir a trabajar en media hora, debo darme prisa.
Lo primero, el desayuno: huevo frito y café (¡Cafeína, cafeína, cafeína!)
Pongo la cafetera y el huevo a freír, mientras voy al baño a lavarme los dientes y cepillarme el despeinado pelo, cosa que hago lo más rápidamente posible ya que oigo el café colándose... fuera de la cafetera. Chorreando agua vuelvo al fogón para rápidamente coger la cafetera y quemarme la mano.
Saco el huevo y lo pongo en la cesta del pan, porque no tengo ningún plato limpio.
Como me palpita la mano, regreso una vez más al baño y me vendo la mano con papel higiénico1. En eso que me doy cuenta, mirando al espejo, que tengo los dientes cepillados y el pelo lavado.
Me ruge el estómago, así que salgo del baño (Mientras me quito algunos pelos de entre los dientes) y me sirvo el café. Por supuesto, le echo un par de cucharaditas de azúcar... excepto que no es azúcar, sino sal. El café sabe horrible, y el huevo, azucarado. Tiro el huevo, el café y la cafetera a la basura, y miro el reloj.
Necesito plancharme la ropa del trabajo, que el tiempo vuela. Preparo la plancha ya conectada y la dejo calentándose un rato, que es una de las antiguas y tiene su truco.
Me sigue rugiendo el estómago, maldito hábito de comer. Quedaban unos donuts en la nevera, para allá que voy... de cabeza. Me resbalo en los charquitos de agua que se formaron con mis idas y venidas del baño, con tan mala suerte que me regalo una contusión craneal.
Me despierto al rato, oliendo a quemado. Camino con torpeza, ya sea por el mareo del golpe que todavía perdura o por que cada pié lleva la sandalia equivocada.
En cualquier caso, agarro la plancha y me quemo la mano.
Correción, me vuelvo a quemar la mano.
Después de vendarme nuevamente la quemadura, reviso la camiseta, la única que tengo para el trabajo que desempeño. Tiene un agujero del tamaño de África y no se puede hacer nada, pienso, y me la pongo del revés, pues todavía ando confundido.
Por fín termino de vestirme, agarro mi maletín2 y me como el susodicho donut. Desgraciadamente tengo que volver otra vez más al baño, pues estaba caducado y me entró calaguera. Entre gemidos de dolor miro la hora: llego realmente tarde, y no hay papel higiénico. Decido limpiarme en el baño del trabajo en cuanto llegue, y no perder más tiempo.
Me subo los pantalones y cojo otro donut para el camino.
Nada más aparcar en el sitio de siempre, el que me toca (Debajo del puto árbol) me caga una paloma en ambos hombros.
Y así llegué a la oficina.
Antes de lograr colarme en el baño, me llama alguien. Me giro, con los pelos llenos de pasta de dientes, cagado, con la mano roja y vendada, la camisa con una quemadura inmensa, un mal humor de perros y con mierda de pájaro cabrón en ambos hombros. Suelto un "¡¿QUÉ, COJONES?!"
Y así me vio mi jefe.
1. (El kit de primeros auxilios lo dejé en mi otra chaqueta. Bueno, en mi otra casa. Bueno, que no tengo ningún kit de primeros auxilios, vaya, desde que se instaló una familia de mapaches en la caja. Al principio eran amables, pero abusaron de las pastillas y se volvieron apáticos. Poco después murieron. Fué muy trágico)
Me levanto de la cama y me despego del enredo de sábanas como puedo. ¿Joder, todavía es de noche? No, son los ojos, que están cerrados. Y mira que cuesta abrirlos cuando tienes esas legañas mañaneras más fuertes que el superglú.
En fín, el pié en la sandalia izquierda y el otro en la derecha. Quiero decir, el pié derecho en la sandalia izquierda y el pié izquierdo en la sandalia derecha, y salgo de la habitación a lo walking dead (Huyendo de la cama, tentación del diablo) Como tengo que salir a trabajar en media hora, debo darme prisa.
Lo primero, el desayuno: huevo frito y café (¡Cafeína, cafeína, cafeína!)
Pongo la cafetera y el huevo a freír, mientras voy al baño a lavarme los dientes y cepillarme el despeinado pelo, cosa que hago lo más rápidamente posible ya que oigo el café colándose... fuera de la cafetera. Chorreando agua vuelvo al fogón para rápidamente coger la cafetera y quemarme la mano.
Saco el huevo y lo pongo en la cesta del pan, porque no tengo ningún plato limpio.
Como me palpita la mano, regreso una vez más al baño y me vendo la mano con papel higiénico1. En eso que me doy cuenta, mirando al espejo, que tengo los dientes cepillados y el pelo lavado.
Me ruge el estómago, así que salgo del baño (Mientras me quito algunos pelos de entre los dientes) y me sirvo el café. Por supuesto, le echo un par de cucharaditas de azúcar... excepto que no es azúcar, sino sal. El café sabe horrible, y el huevo, azucarado. Tiro el huevo, el café y la cafetera a la basura, y miro el reloj.
Necesito plancharme la ropa del trabajo, que el tiempo vuela. Preparo la plancha ya conectada y la dejo calentándose un rato, que es una de las antiguas y tiene su truco.
Me sigue rugiendo el estómago, maldito hábito de comer. Quedaban unos donuts en la nevera, para allá que voy... de cabeza. Me resbalo en los charquitos de agua que se formaron con mis idas y venidas del baño, con tan mala suerte que me regalo una contusión craneal.
Me despierto al rato, oliendo a quemado. Camino con torpeza, ya sea por el mareo del golpe que todavía perdura o por que cada pié lleva la sandalia equivocada.
En cualquier caso, agarro la plancha y me quemo la mano.
Correción, me vuelvo a quemar la mano.
Después de vendarme nuevamente la quemadura, reviso la camiseta, la única que tengo para el trabajo que desempeño. Tiene un agujero del tamaño de África y no se puede hacer nada, pienso, y me la pongo del revés, pues todavía ando confundido.
Por fín termino de vestirme, agarro mi maletín2 y me como el susodicho donut. Desgraciadamente tengo que volver otra vez más al baño, pues estaba caducado y me entró calaguera. Entre gemidos de dolor miro la hora: llego realmente tarde, y no hay papel higiénico. Decido limpiarme en el baño del trabajo en cuanto llegue, y no perder más tiempo.
Me subo los pantalones y cojo otro donut para el camino.
Nada más aparcar en el sitio de siempre, el que me toca (Debajo del puto árbol) me caga una paloma en ambos hombros.
Y así llegué a la oficina.
Antes de lograr colarme en el baño, me llama alguien. Me giro, con los pelos llenos de pasta de dientes, cagado, con la mano roja y vendada, la camisa con una quemadura inmensa, un mal humor de perros y con mierda de pájaro cabrón en ambos hombros. Suelto un "¡¿QUÉ, COJONES?!"
Y así me vio mi jefe.
1. (El kit de primeros auxilios lo dejé en mi otra chaqueta. Bueno, en mi otra casa. Bueno, que no tengo ningún kit de primeros auxilios, vaya, desde que se instaló una familia de mapaches en la caja. Al principio eran amables, pero abusaron de las pastillas y se volvieron apáticos. Poco después murieron. Fué muy trágico)
2. No llevo absolutamente nada dentro. Es, simplemente, que lo veo como un requisito para toda persona que quiera ser respetada empresarialmente. Dale un maletín a un mono (Y una corbata) y conquistará Wall Street
lunes, 1 de abril de 2013
Boxing malentendido
Para aquellos a los que les gusta el juego de manos...
¡Ay, pillines! Que las neuronas nos engañan y creemos cosas que no son. O que son pero de otra manera. O que pueden ser pero son. O no.
En fín.
¡Ay, pillines! Que las neuronas nos engañan y creemos cosas que no son. O que son pero de otra manera. O que pueden ser pero son. O no.
En fín.
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